Tipos de rosales

Para dominar el arte de cultivar rosas, primero hay que saber qué tipos de rosales hay, entender su lenguaje y su linaje.
La rosa, aclamada como ‘la flor más vendida y que más le gusta a la humanidad’, es un símbolo universal de belleza y un clásico del jardín que se reinventa cada temporada.
Para el aficionado a la jardinería en Valencia, el sueño de un jardín rebosante de rosas, con sus colores y fragancias bañados por el sol del Mediterráneo, es una aspiración poderosa y completamente alcanzable.
Sin embargo, este romance entre la rosa y el clima valenciano requiere más que simple deseo; exige conocimiento, estrategia y una comprensión profunda de las necesidades de esta planta icónica.
El mundo de los rosales puede parecer abrumador, pero se organiza en clasificaciones lógicas que, una vez comprendidas, desmitifican la elección.
Las dos distinciones más importantes son la histórica, que nos habla de su resistencia y carácter, y la biológica, que revela el secreto de su vigor.
Rosales silvestres, antiguos y modernos.
La forma más fundamental de clasificar los rosales es a través de su historia, dividiéndolos en tres grandes eras que definen su apariencia, comportamiento y necesidades.
·· Rosales silvestres:
Son las especies originarias, el ADN puro de todas las rosas que conocemos. Estas plantas, que crecen en la Naturaleza sin intervención humana, presentan una belleza sencilla y austera: flores con solo cinco pétalos y una paleta de colores limitada al rosa, rojo y blanco.
Su apariencia dista mucho de la rosa de floristería, pero su valor es incalculable. Son increíblemente resistentes, adaptados a sobrevivir en condiciones difíciles, y florecen una única vez al año, pero con gran fiabilidad. Son la base genética de la fortaleza de muchos rosales modernos.
·· Rosales antiguos:
Esta categoría engloba a todas las variedades que existían antes de 1867, fecha que marca un punto de inflexión en la hibridación de rosas.
Estos rosales, también llamados ‘rosas viejas’, son famosos por tres características principales: una fragancia intensa y embriagadora, una forma de flor más abierta y romántica, y una robustez excepcional.
Son plantas fuertes, muy resistentes a plagas y enfermedades, lo que las convierte en una opción de bajísimo mantenimiento. Su principal ‘inconveniente’ para algunos es que la mayoría ofrece una única y espectacular floración al año, generalmente en primavera o principios de verano.
Para el jardinero que valora la resiliencia y un gran espectáculo sin complicaciones, los rosales antiguos son una elección extraordinariamente sabia.
·· Rosales modernos:
Aquí se agrupan todas las variedades creadas después de 1867, fruto de la hibridación intencionada para mejorar o potenciar ciertos rasgos. Constituyen más del 95% de los rosales que se plantan en la actualidad.
Los obtentores buscaban una gama de colores más amplia, flores más grandes y duraderas, y, sobre todo, la capacidad de refloración. A diferencia de sus ancestros, los rosales modernos son ‘reflorecientes’, lo que significa que producen flores en oleadas a lo largo de toda la temporada, desde la primavera hasta el otoño.
Esta floración continua es su gran atractivo, aunque a menudo esta producción intensiva puede implicar una mayor demanda de nutrientes y una mayor susceptibilidad a enfermedades si no se les proporcionan las condiciones óptimas.
La elección entre un rosal antiguo y un rosal moderno no es una cuestión de cuál es ‘mejor’, sino de las prioridades del jardinero. Representa un equilibrio fundamental: la fragancia y la resistencia histórica de los antiguos frente a la variedad de color y la floración constante de los modernos.
La importancia del portainjerto.
Una de las claves del éxito de los rosales modernos, especialmente en climas desafiantes, reside en una técnica hortícola fundamental: el injerto. La mayoría de los rosales que se adquieren no crecen sobre sus propias raíces, sino que son el resultado de la unión de dos plantas diferentes.
Se utiliza un portainjerto o pie, que es la base y el sistema radicular de la planta. Este se selecciona de una variedad de rosal extremadamente rústica y vigorosa, a menudo de la especie silvestre Rosa canina. Esta rosa, común en los campos de Europa, es conocida por su capacidad para prosperar en una amplia gama de suelos y climas, su resistencia a enfermedades y su potente sistema radicular.
Sobre este pie robusto se injerta una yema de la variedad deseada, por ejemplo, una rosa moderna con un color espectacular o una forma perfecta. El resultado es una planta que combina lo mejor de dos mundos: la belleza y las características de floración de la variedad injertada con la fuerza, el vigor y la capacidad de adaptación del portainjerto silvestre. Esta simbiosis es la que permite que rosales delicados en apariencia puedan prosperar en nuestros jardines.
El rosal de pie o de vara es el ejemplo más visible de esta técnica. En este caso, el portainjerto se deja crecer hasta formar un tronco de entre 0.5 y 1.5 metros de altura, y la variedad deseada se injerta en la parte superior, creando un pequeño ‘árbol’ de rosas. Este método no solo es decorativo, sino que ilustra a la perfección el principio de aunar la belleza de una flor con la fortaleza de una raíz salvaje.
Tipos de rosales por porte y uso.
Más allá de su historia, la clasificación más práctica para el jardinero es la que se basa en la forma de crecimiento de la planta, conocida como su porte. Esta característica define cómo se desarrollará el rosal en el jardín y, por lo tanto, cuál será su uso ideal en el diseño del paisaje.
Los rosales considerados ‘los caballos de batalla’ del jardín, valorados por su estructura, resistencia y versatilidad son los rosales arbustivos y paisajísticos:
·· Rosales arbustivos:
Forman matas grandes y densas, que pueden alcanzar alturas y anchuras de entre 1.5 y 2.5 metros. Su porte robusto los hace ideales para ser utilizados como ejemplares aislados que creen un punto focal, en grupos para formar macizos imponentes o como setos floridos e informales para delimitar espacios.
Dentro de los rosales modernos, los arbustivos son los que más recuerdan en su hábito de crecimiento a los rosales antiguos, combinando esa apariencia frondosa con la ventaja de ser, en su mayoría, reflorecientes.
·· Rosales paisajísticos:
Se trata de una categoría más reciente dentro de los arbustivos, desarrollada específicamente para el uso en jardinería de bajo mantenimiento y a gran escala. Son considerados los ‘todoterreno’ del mundo de las rosas.
Se caracterizan por un crecimiento más compacto y extendido, una floración excepcionalmente abundante y continua durante toda la temporada, y una resistencia sobresaliente a plagas y enfermedades.
Son la elección perfecta para cubrir grandes superficies, estabilizar taludes, adornar rotondas o crear borduras de color duradero con un mínimo esfuerzo. Series como Drift®, del obtentor Meilland, son un excelente ejemplo de este tipo de rosal.
Para añadir una dimensión vertical al jardín, no hay nada como los rosales que se elevan hacia el cielo. Es fundamental, sin embargo, distinguir entre dos tipos con comportamientos muy diferentes:
·· Rosales trepadores:
Estos rosales desarrollan tallos largos y vigorosos, pero relativamente rígidos. Es importante entender que no trepan por sí solos; no tienen zarcillos ni ventosas para adherirse a las superficies.
Su nombre se debe a que sus largos tallos permiten que sean guiados y atados a un soporte, como una pared, una pérgola, una celosía o un arco. La mayoría de los trepadores modernos son reflorecientes, ofreciendo flores a lo largo de la temporada en distintas oleadas.
·· Rosales sarmentosos:
A menudo confundidos con los trepadores, los sarmentosos son aún más vigorosos y se caracterizan por tener tallos mucho más largos y flexibles. Esta flexibilidad les permite ‘serpentear’ y cubrir grandes estructuras con más facilidad, como fachadas enteras, tejados o incluso crecer a través de las copas de los árboles.
Su principal diferencia con los trepadores reside en la floración: los sarmentosos suelen tener una única floración anual, normalmente en primavera o verano, pero esta es de una abundancia tan sobrecogedora que la planta queda literalmente cubierta de flores, creando un espectáculo inolvidable.
Hay rosales que se asemejan a vivos tapices. Son especialistas en el crecimiento horizontal, creando alfombras de follaje y flor:
·· Rosales rastreros y cubresuelo:
Tienen un marcado ‘carácter rastrero’, con ramas que se extienden por el suelo en lugar de crecer hacia arriba. Son la solución ideal para cubrir taludes y terraplenes, decorar rocallas, crear borduras bajas o derramarse elegantemente desde lo alto de un muro.
Al igual que otros tipos, existen variedades que florecen una sola vez y otras que son reflorecientes, ofreciendo color durante más tiempo.
Perfectos para espacios reducidos, tenemos unas joyas en miniatura, son rosales que ofrecen toda la belleza de sus hermanos mayores en un formato compacto:
·· Rosales miniatura o pitiminí:
Son plantas pequeñas que raramente superan los 40 o 50 centímetros de altura.
Son reflorecientes y muy versátiles, ideales para el cultivo en macetas y jardineras en balcones y terrazas, para el frente de los arriates, en rocallas o para crear borduras delicadas.
Con suficiente luz directa, incluso pueden cultivarse en interiores luminosos.
Podemos también observar ‘esculturas florales’. Estas formas no son tipos naturales de rosal, sino creaciones de la horticultura que utilizan la técnica del injerto para lograr efectos esculturales y muy decorativos:
·· Rosales de pie:
Como se mencionó anteriormente, se crea injertando un rosal de tipo arbustivo (generalmente un híbrido de té o un floribunda) sobre un tronco recto y desnudo de un rosal silvestre, a una altura que puede variar entre medio metro y metro y medio.
El resultado es un pequeño árbol de rosas, un rosal de pie alto, que aporta una nota de formalidad y elegancia. Son perfectos como ejemplares aislados, en pares flanqueando una entrada o un camino, o en macetones de grandes dimensiones.
·· Rosales llorones:
Es una variante del rosal de pie. En este caso, la variedad que se injerta en lo alto del tronco es de tipo rastrero o de ramas muy flexibles y arqueadas. Esto provoca que las ramas, cargadas de flores, caigan en cascada hacia el suelo, creando un espectacular efecto ‘llorón’ o de cascada.
Rosales por la forma de la flor.
Dentro de la gran familia de los rosales modernos, existe una clasificación adicional basada en la forma y disposición de las flores. Entenderla es clave para elegir el efecto visual que se desea en el jardín.
·· Rosales híbrido de té:
Cuando la mayoría de la gente piensa en una rosa, la imagen que acude a su mente es la de un Híbrido de Té. Este es el grupo más grande, popular y reconocible de todos.
Su seña de identidad es una flor grande, de forma cónica y elegante cuando está en capullo, que se abre en una corola con docenas de pétalos perfectamente dispuestos. Característicamente, estas flores aparecen solitarias en el extremo de tallos largos y firmes, lo que las convierte en la opción predilecta para flor cortada.
Son rosales reflorecientes que producen sus magníficas flores durante toda la temporada. Variedades icónicas como ‘Chrysler Imperial’ o ‘Madame A. Meilland’ personifican la elegancia atemporal de este grupo.
En contraste con la majestuosidad solitaria de los Híbridos de Té, hay dos grupos que apuestan por el impacto colectivo:
Rosales floribunda:
Su principal característica es que sus flores no nacen solas, sino agrupadas en racimos o ramilletes (corimbos).
Las flores individuales suelen ser algo más pequeñas que las de un híbrido de té, pero el efecto de conjunto crea una masa de color mucho más densa y continua. Son conocidos por ser extremadamente floríferos, manteniendo el jardín lleno de color durante meses.
·· Rosales polyantha:
Son muy similares a los floribunda y a menudo se agrupan con ellos. La principal diferencia es que los polyantha tienden a producir flores aún más pequeñas, pero en ramilletes mucho más grandes y densos, sobre arbustos compactos y muy tupidos. El resultado es un impacto de color masivo y constante.
·· Rosales grandiflora:
Como su nombre indica, este grupo fue creado para combinar las mejores cualidades de los híbridos de té y los floribunda.
Un rosal grandiflora produce flores grandes y de forma elegante, muy similares a las de un híbrido de té, pero en lugar de aparecer solitarias, lo hacen en pequeños ramilletes de tres a cinco flores, como los Floribunda.
Las plantas suelen ser altas, muy vigorosas y reflorecientes, alcanzando fácilmente alturas superiores a 1.80 metros en un solo año. Son la elección ideal para quien busca el tamaño y la elegancia de un Híbrido de Té pero con un mayor impacto de color en la planta.
Hasta aquí los tipos de rosales a los que podemos acceder y cultivar. Los gustos de cada uno y su entorno serán los que nos hagan elegir entre tanta variedad.
En otro post o artículo describiremos los principales cuidados de los rosales para mantenerlos en perfecto estado, así como otro sobre cómo podar los rosales, un apartado muy importante.
Si hay un lugar donde los rosales siempre están presentes en todo su esplendor, es en nuestro Centro de Jardinería, donde los encontrarás en una gran variedad de portes y formatos para elegir y también todo lo necesario para cuidarlos: abonos y sustratos específicos, macetas, fitosanitarios y sobre todo, los mejores consejos de mano de los expertos.