Plantas bulbosas
Al hablar de bulbos, nos trasladamos rápidamente a esos coloridos campos de Holanda, ya que desde comienzos del siglo XVI, Holanda es el país líder en la producción y comercialización de plantas bulbosas.
Las plantas bulbosas son plantas herbáceas y perennes. En sus órganos subterráneos tienen la reserva de nutrientes. Estos los denominamos bulbos, rizomas, cormos y raíces tuberosas. Se caracterizan porque pierden su parte aérea durante la época desfavorable de crecimiento que puede ser, dependiendo de la especie, el invierno o el verano, permaneciendo en reposo gracias a la reserva de nutrientes que almacenan, como decíamos anteriormente.
Ejemplo de bulbos serían la Azucena, Clivia, Fritillaria, Iris, Jacinto, Muscari, Narciso, Nardo, tulipán, etc. Entre los rizomas encontramos la Cala (Zantedeschia aethiopica), la Canna indica o Caña de Indias, la Convallaria majalis o Lirio de los Valles, etc. En cormos tenemos el Crocus, Fresia, Gladiolo, etc. y por último la Anémona, Begonia, Cyclamen, Dalia, Ranúnculo, etc. las encontraríamos entre las raíces tuberosas.
Muchas de las plantas bulbosas poseen exquisitas fragancias como la Freesia, distintos tamaños que van desde los pocos centímetros de los crocus hasta los ejemplares de Cardiocrinum giganteum que llegan a sobrepasar los tres metros. Y luego tenemos sus vistosas flores en todos los colores imaginables, lo que las hace muy versátiles para el jardín embelleciendo todas las estaciones del año. La mayoría de ellas no demandan grandes cuidados y ellas mismo van multiplicándose año tras año, eso sí habrá que aclararlas para obtener una floración de calidad.
Semillas
Las plantas a diferencia de los animales están limitadas en su habilidad de buscar la condiciones favorables para poder vivir, desarrollarse y reproducirse. Han evolucionado de muy diversas formas para propagarse a través de las semillas. Para que una nueva planta evolucione su semilla debe llegar a la localización adecuada en el momento óptimo de germinación.
Una semilla es una unidad de propagación y reproducción sexual que se desarrolla a partir de los óvulos de las flores. Primeramente debe producirse una polinización para que una semilla prospere, llegada del grano de polen al estigma de la flor, seguida de la fecundación del óvulo. Es entonces, cuando empiezan a producirse una compleja serie de procesos, (desarrollo del embrión, órganos de almacenamiento y cubiertas de las semillas), que finalizan con el desarrollo del fruto y con la dispersión. Los frutos son cubiertas exteriores que proceden del desarrollo de los ovarios y que pueden ser de tipo carnoso como una manzana y ciruela, o de tipo seco como el avellano en cuyo interior se encuentran las semillas propiamente dichas.
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